No hay explicación razonable para ver
lo que ayer hiciste en mí,
pues toque tu piel y también tu alma.
Tu como bajado del cielo llegaste a mí,
sin hablarme entraste en mi corazón.
Tus miradas estaban llenas de un deseo
incontrolable de saber que guardaba en
mi pecho.
Cuando la luna y el sol se juntaron por
primera vez esa noche, ya reíamos de nuestras
aventuras y a los compas de música celestial,
sentíamos nuestros cuerpos estremecerse.
Por la insinuación a perderse. Porque aquel
instante infinito, en esa ciudad sin nombre,
entregaba palabras nocturnas a un ángel de
cuentos, que sin certeza alguna volveré a ver
algún día, mas tu risa seguirá plasmada en
mi recuerdo.
autor Carolina Aristi.. Un poema que bien puede ser una historia.
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