El agua fue testigo
de lo que se deseaba, las miradas se cruzaron de nuevo y el hechizo estaba
hecho, el agua ocultaba y deseaba al momento...
Una sábana seria la
pared de los secretos, rosar de dedos, respiración acelerada.
Secretos obscenos
bajo las almohadas, labios deseando, tocarse, conocerse y desnudarse, y no
pudieron evitar el momento.

Beso único que paro el tiempo, beso destinado a dos almas desintegradas
en el tiempo, mas ese no fue el final del cuento.
Ya que despiadadamente ella se posó en mí y me subsionó mi alma en un
segundo, descubrió mi ser y sin más palabras me dejo volando por la gravedad
sin poder atarme a algo fijo...
Ahora la busco en
cada recuerdo y cierro los ojos para ver si vuelvo a sentir sus labios en mí,
en mi cuerpo, y que el agua burbujeante sea el cruel guardián de mis anhelos...
Carolina Aristi...
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